El origen de Vivir del Bolo

RESUMEN DE LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS
CAPÍTULO UNO: EMPEZAR UN VIAJE
En estos días, se cumplen diez años desde que me fui de Catalunya. En principio iba a ir a Ibiza, pero el amigo que me servía de excusa para volar hasta allá, volvía a Barcelona. Así que descartada la isla, aparecieron otros dos lugares en los que se me facilitaban, mediante la técnica del enchufe, trabajo vendiendo ropa en una tienda del señor Ortega. Los dos lugares en cuestión eran: La Palma de Gran Canaria y Granada. Opté por la segunda opción sin perder de vista la primera. La idea original de mi partida era empezar un viaje, estar tres o cuatro meses currando y luego irme a otro lado, e ir así repitiendo la jugada todas las veces que quisiera.
Respecto al trabajo, aun con enchufe, no quisieron saber nada de mí; y fue una suerte, porque iba dispuesto hasta a cambiar de personalidad si hacía falta. Tenía mucha urgencia de salir de aquí y empezar a ver, como era eso de vivir sin ciertas seguridades y reinventándome como me viniera en gana. Mientras esperaba ese curro que nunca llegó, puse en práctica un plan romántico en el que llevaba tiempo pensando, y no me había atrevido todavía a probar: ofrecer mis poemas a cambio de dinero.
Al principio, alterné esta actividad económica con algunos trabajos que me fueron saliendo al paso. Hasta llegué a formar parte (durante un período muy breve) de una empresa gaditana de seguratas de conciertos, la mayoría de ellos ex-legionarios y ángeles del infierno, a los que nunca les entendí una palabra cuando me hablaban por el pinganillo. Y donde descubrí, cortándole el rollo a la gente que intentaba colarse por el espacio que me tocaba custodiar, que el poder corrompe.
Pero antes de codearme con la elite del mazacote represivo, ya había sido llevado de los pelos por la poesía, a un espacio donde el teatro, no tuvo que hacer mucho para perforarme la yugular e inyectarme una adicción a él de por vida. Dicho espacio, que actualmente ya no existe, es un local de pocos metros cuadrados, que hace esquina entre dos callejones y por aquel entonces era la sede de una escuela y compañía teatral (esta sí continúa existiendo, pero hay que cruzar el charco) en la que empecé a sentir que el arte escénico, es algo totalmente distinto a lo que pensaba y donde se crearon fuertes vínculos, entre las personas que allí nos encontrábamos.
Sumándose a esto la belleza y potencia que desprendía la ciudad; que parte de esa potencia derivaba en la existencia de otros espacios similares al “nuestro” donde encontrabas a multitud de personas "contagiosas" y con ganas de dejarse contagiar, que se iban sucediendo días intensos e imprevisibles y qué me iba bien viviendo de la poesía: me vi obligado a romper con la idea original de mi viaje y quedarme en la ciudad de Granada por tiempo indefinido.
Continuará la semana que viene...